Beckmann
Max Beckmann nació en Leipzig ( acuariano?) , aunque su infancia transcurrió en Braunchsweig, de donde procedía su familia. Su padre, un próspero comerciante de harina, murió cuando el futuro artista tenía diez años. Ya en la escuela, Beckmann gustaba de dibujar a sus compañeros, y su primer contacto con la tradición pictórica tuvo lugar la temprana edad, cuando pudo estudiar la gran colección de obras de Rembrandt del Herzog-Ulrich-Anton Museum, que cimentó su admiración, nunca interrumpida, por el gran maestro holandés.
Tras un intento fallido de ingresar en la Academia de Bellas Artes de Dresde, en 1900 fue admitido en la de Weimar, donde estudió en el taller de pintura de paisaje dirigido por Carl Frithjof Smith.
La fama de Beckmann culmina a mediados de los años veinte. En 1925 se divorcia de Minna y se casa con Mathilde (Quappi) von Kaulbach. En esa época, G.F. Hartlaub acuña el término Neue Sachlichkeit (Nueva Objetividad) como denominador común de una serie de pintores -Grosz, Dix, Drexel, el propio Beckmann- que, apartándose tanto de la proyección emotiva del yo de los expresionistas como de la especulación abstracta, se centran en el objeto y en la capacidad de la pintura para desentrañar la realidad de su tiempo. Esta tendencia toma carta de naturaleza en la exposición que Hartlaub organiza en Mannheim en 1925, y la obra de Beckmann en la segunda mitad de la década queda ligada a ella, pese a que nunca se sintió parte de grupo alguno. Desde 1925, ejerce como profesor en el Stadelsches Kunstinstitut de Francfort y su obra se expone con frecuencia. En 1926 celebra su primera individual en Nueva York y participa en el Salón de Otoño de París, donde vuelve casi todos los inviernos. Su producción incluye retratos, escenas urbanas y bodegones -además de los autorretratos que salpican toda su producción- en los que se consagra una visión trascendental y amarga de la realidad de su tiempo. La Nationalgalerie de Berlín le dedica una sala permanente en 1932, señalando así el apogeo de su fama. La ascensión del nazismo haría de ese momento un breve espejismo: poco después, la sala de Berlín es clausurada y los museos públicos se desprenden de sus obras. Expulsado de su plaza docente en Francfort, se traslada en 1933 a Berlín, donde su presencia es más discreta. La inclusión de diez de sus pinturas en la tristemente célebre Exposición de Arte Degenerado de 1937 le lleva a exiliarse en Amsterdam. Nunca más volverá a Alemania.
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