El rayo verde ( mi )

Por años busqué este texto, no se de donde viene, de donde salió, es de Cortázar, pero creo (dudo) que no esté publicado, lo conocí por un programa de radio hace mucho tiempo, tengo el audio de la lectura de este texto chiquito, que me encanta/aba. El que lo quiera, me lo puede pedir, y vemos.
Después leí varias crónicas de marineros que lo vieron, parece que hay foto y todo.
Ahí va

«Porque El rayo verde, novela poco leída de mi maestro y tocayo, me contó a los nueve años que si mirábamos ponerse el sol en un horizonte marino, si el cielo es diáfano y si a último minuto no se cruza una vela de barco, una bandada de pájaros o una nubecita caprichosa, con el último segmento rojo hundiéndose en la linea del azul veremos surgir un instantáneo y prodigioso rayo verse. Yo vivía muy lejos del mar, y el sol de mi infancia se ponía entre alambrados, casas de ladrillo y sauces llorones. Subido a la loza de mi casa esperé ingenuamente el milagro del rayo verde, y sólo vi flacas antenas de radio; cuando veinte años después empecé a cruzar el Atlántico y el Pacífico muchos atardeceres me vieron acechar algo que nunca se realizó aunque las condiciones parecieran impecables, y como ocurre en la mal llamada madurez perdí la fe en el rayo verde y en el visionario que me lo había descrito y de alguna manera prometido. Ayer, desde el mirador del archiduque Luis Salvador, miré una vez más hundirse el sol en el mar. Un amigo mencionó el rayo verde, y me dolió por adelantado que los niños presentes lo esperaran con la misma ansiedad que yo lo había deseado en mi absurdo horizonte suburbano, ahora sería peor, ahora las condiciones estaban dadas y no habría rayo verde, los padres justificarían de cualquier manera el fiasco para consolar a los pequeños; la vida –así la llaman– marcaría otro punto en su camino hacia el conformismo. Del sol quedaba un último, frágil segmento anaranjado. Lo vimos desaparecer detrás del perfecto borde del mar, envuelto en el halo que aún duraría algunos minutos. Y entonces surgió el rayo verde, no era un rayo sino un fulgor, una chispa instantánea en un punto como de fusión alquímica, de solución heracliteana de elementos. Era una chispa intensamente verde, era un rayo verde aunque no fuera en rayo, era el rayo verde, era Julio Verne murmurándome al oído: “¿Lo viste al fin, gran tonto?” Un poeta romántico hubiera escrito esto mucho mejor, don Gaspar o Shelley. Ellos vivían en un sueño diurno, y lo realizaban en sus poemas. La flor azul de Novalis, la urna griega de John Keats, el perfil de los dioses de Holderlin. Mi rayo verde se vuelve a la nada en el mismo instante en que lo digo; pero era él, era tan verde, era por fin mi rayo verde. De alguna manera supe ayer que mucho de lo que defiendo y que otros creen quimérico está ahí en un horizonte de tiempo futuro, y que otros ojos lo verán también un día.»

Ves?

5 comentarios:

Pablo dijo...

Cortazar siempre es pertinente.

julieta dijo...

si, por suerte

SOM UN FORAT dijo...

Tuve la oportunidad de ver el rayo verde en agosto de 2004. Fue como un guiño del sol, como la chispa fluorescente y casi cegadora que desprende el televisor al apagarse (¡O al menos los aparatos de antaño¡). Lo vi en Italia, entre las sicilianas islas de Lipari y Vulcano, mientras regresaba al puerto de Milazzo en una embarcación que tambaleaba y arrastraba la tranquilidad de una tarde de agosto. La fugacidad del destello no ha logrado borrar de mi memoria aquella sensación. La retengo igual que el flash que impactó en el horizonte, igual que la historia por la que lo perseguí.
Aquel momento retrata un episodio de mi vida, una de las pocas veces que me he enamorado. Dani me contó la historia del rayo verde al poco de conocernos, mientras paseábamos por una playa del Mediterráneo. Era primavera y aquella narración, no sólo me despertó curiosidad sino también alegría. Revivía otra vez por empezar una historia de amor y descubría ante mis ojos que el mar tiene otros colores, más allá de la alfombra azul.
Según una leyenda escocesa, presenciar este fenómeno de la naturaleza, aparte de ser un evento excepcional por factores climatológicos, es augurio de buena suerte en el amor. Otras leyendas, dicen que ver el rayo le concede a uno el don de poder ver en el interior de las personas y reconocer la naturaleza de sus sentimientos.
Dani ya no está en mi vida, a pesar de haber sido testigos de este mágico momento y de haber compartido el secreto de Julio Verne, el autor que lo hizo mito.
Dani ya no está pero sí su huella, y la del rayo, que ha iluminado para siempre el faro que llevo dentro y que ilumina mi percepción. Fue un regalo íntimo, un tesoro, algo increíble. El fin de una historia, el inicio de mi camino.
Dejo mi página blog, http://www.elpetitmonperfecte.blogspot.com, por si sigo inspirándome en el RAYO VERDE y decides seguir la crónica.
Suerte y un abrazo. Cristina.

julieta dijo...

Que envidia.

b dijo...

Todavia tienes ela audio??.. muy bueno el texto, muchas gracias por compartirlo, no se quizas puedas mandarmela al correo: bruno045@gmail.com muchas gracias